Si viajamos en el tiempo unos cuantos años desde esa corta visita a Venecia, veríamos mi corta mudanza al norte de Italia para trabajar como Au Pair por unos meses (si les gustaría un post sobre mi experiencia como au pair, escribanme en los comentarios)
Observaríamos también, el primer viaje que realicé fuera de Italia a la pintoresca ciudad de Salzburgo.
En esta ocasión no me acompañaba D ni ninguna de mis amigas en México, ni siquiera mi familia anfitriona. Mi acompañante para este viaje fue Ryan, en ese entonces mi amigo/compañero de clase de alemán, ahora mi novio de un poco más de dos años.
Planeamos un viaje corto, en el que nos iríamos un sábado en la madrugada y regresaríamos al día siguiente por la tarde.
Debido a que la ciudad donde vivíamos está prácticamente en la frontera con Austria y Alemania, la manera más rápida y económica para llegar a Salzburgo era en autobús. La compañía que nosotros contratamos, Flix Bus; es bastante buena, los camiones son de última tecnología y la atención es de primera calidad. Únicamente hubo un pequeño incidente que nos causó un problema, pero no hablemos de eso todavía.
Ese día, nos levantamos muy temprano por la mañana para tomar nuestro autobús y después de un viaje de aproximadamente tres horas llegamos a nuestra primera parada en el recorrido ya que la ruta tenía una parada de dos horas en Munich.
…Y aquí fue donde mi mala suerte comenzó.
Aún cuando ni siquiera habíamos bajado del autobús en la central de Alemania, debo admitir que estaba un poco distraída y no me di cuenta que mi cartera (con todo el dinero, tarjetas e incluso mi pasaporte porque creí que era una muy buena idea meterlo allí) se había caído debajo del asiento.
No fue hasta unos minutos después, que el camión iba camino al aeropuerto de la ciudad con mi cartera como rehén, cuando intenté pagar mi desayuno me di cuenta que la había perdido.
Así que dejando atrás mi comida y a Ryan con cara de preocupación, corrí hacia el andén donde habíamos bajado para ver si tenía un poco de suerte y encontraba el autobús.
Pero, cómo han de suponerlo, no fue así.
Después de que Ryan me alcanzara con el desayuno en las manos, sugirió que preguntáramos en la oficina principal por si alguien la encontraba. Unos cuarenta minutos después, me informaron que efectivamente mi cartera se había ido de paseo por Múnich pero que en un par de horas estaría de regreso conmigo.
El alivio que me invadió, fue inimaginable ya que jamás me había pasado algo de ese estilo antes. El hecho de que tuviéramos que cambiar nuestros boletos hacia Salzburgo por unos que salían mucho más tarde no me preocupó tanto ya que eso nos daría tiempo de conocer los alrededores.
Varias bebidas calientes y pasos precavidos para no resbalar en la nieve después, abordamos nuestro autobús para ir (por fin) a Salzburgo, con mi cartera guardada en lo más profundo de mi mochila para así evitar accidentes.
Debido a la hora en la que llegamos y al horario invernal, únicamente tuvimos tiempo de visitar la casa de Mozart, caminar por el centro y cenar un poco de äpfel strudel antes de que nos encontráramos con todos los locales cerrados y las calles a nuestro alrededor solas.
Al día siguiente, nos despertamos lo más temprano posible (para dos personas que aman despertar tarde) y mientras caminábamos hacia la estación para regresar a «casa» paseamos por las calles de la ciudad, deseando haber tenido más tiempo para explorar todo lo que Salzburgo tiene que ofrecer.
Con promesas de volver algún día, que espero se cumplan en un futuro, entramos en la estación y nos dispusimos a esperar nuestro autobús…
…El cual nunca llegó.
Esperamos por horas, preocupándonos cada vez más de que si ese autobús no llegaba, tendríamos que pasar la noche en Munich ya que el último camión hacia Merano partía a las seis de la tarde. Y nosotros no teníamos precisamente el dinero para pagar una noche de alojamiento imprevista.
Por más que esperamos que eso no sucediera, desafortunadamente pasó tal cual lo temíamos. El autobús de Salzburgo hacia Múnich nunca pasó, la compañía se ofreció a pagar por boletos de tren para todos los que nos habían dejado plantados (a las 7.30 de la noche) y tuvimos que pagar un cuarto de hotel de más de 100 euros por una sola noche en Múnich.
Nuestras familias anfitrionas se preocuparon al principio, pero al ver que pudimos solucionarlo se tranquilizaron y prometieron vernos al día siguiente.
El viaje que habíamos planeado, resultó ser completamente a como lo esperamos pero además de darnos una excusa para volver tanto a Salzburgo como a Múnich, ahora cada que lo recordamos nos reímos un poco de nuestra mala suerte.
¿Alguna vez han perdido su cartera o su pasaporte en un país extranjero? Cuentenme para no sentirme tan sola.
-Agatha
Pingback: Mi experiencia como Au Pair