El día que no me dejaron subir a un avión… Londres parte 2

La última vez que nos habíamos visto, yo llevaba usando la misma ropa tres días seguidos mientras recorría la capital del Reino Unido.

Pero, afortunadamente, mi maleta apareció y el resto de mis vacaciones inglesas junto a Ryan fueron viento en popa; caminamos como locos por todo Londres, desde Camden Market, la estación 9 y 3/4, la siniestra torre con su colorido puentes, Abbey Road y muchísimos museos.

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Después de nuestro tiempo en Londres, viajamos a varios lugares dentro de Essex para visitar a su familia, ya que él tenía más de nueve meses sin verlos.

Y dos semanas más tarde, era hora de regresar a México.

Debido a que Ryan y yo volábamos el mismo día, él hacia Italia, con tan sólo una hora de diferencia pero de diferentes aeropuertos. Así que lo que sus padres, muy amablemente,  ofrecieron fue llevarme un día antes que, aunque tuviera que pasar gran parte de la tarde y toda la noche esperando en el aeropuerto, me ahorraría el transporte que de otra manera habría salido muy caro.

Por lo que, un día antes de que saliera mi vuelo alrededor de las 2 de la tarde ya me estaba despidiendo de Ryan y su familia.  No tenía ni idea de que iba a hacer tanto tiempo encerrada dentro de la terminal, y mientras trataba de evitar pensar en la famosa película de Tom Hanks para no estresarme recordé que todavía me había sobrado bastante dinero en my Oyster card, y que podría ir en metro de nuevo a la zona de Winchester para despedirme de la ciudad.

Así que en cuanto se me pasó la tristeza, bajé hacia el andén del tube y tomé la línea azul que me llevó directo a la abadía de Winchester y al Big Ben. Donde me quedé un par de horas tomando fotos y caminando por la ciudad, cuidando no quedarme mucho para evitar la hora pico de regreso.

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En cuanto volví a la terminal, me di cuenta que todavía faltaba bastante para mi vuelo de las 6 AM, así que las siguientes horas consistieron básicamente en pasar el tiempo de cualquier manera posible: desde bajar Netflix a mi teléfono y ver series utilizando el WiFi gratis de las cafeterías cercanas, leer uno de los tantos libros que había comprado y mensajear a mis amigos y familiares en México ya que por la diferencia horaria ellos seguían despiertos, cuando para mí eran las tres de la madrugada.

Antes de continuar con el suceso por el que todos están aquí, siento que debo darles un poco más de contexto sobre el boleto que había comprado.

En mi post pasado mencioné que pude comprarlo con una pequeña gran ayuda, y parte de ella fue el tener como amigo de la familia a una persona que trabaja dentro de la aerolínea con la que volé, por lo que él nos pudo ayudar a conseguirlo con un gran descuento.

Pero…porque siempre hay un pero en estos casos, ese tipo de boletos están condicionados al número de pasajeros que hay en cada vuelo. Esto quiere decir que si yo tenía un vuelo reservado para ese jueves a las 6 AM con escala en Ámsterdam, pero el vuelo estaba lleno o sobrevendido, a mí me cambiaban a otro vuelo con otra fecha y horario en el que si hubiera disponibilidad.

Todo esto que les acabo de contar, ni yo ni mi familia teníamos la menor idea cuando pasó todo.

Volviendo a mi larga espera en Heathrow, donde lo único que quería era que llegara la hora de abordar para dormir un poco (no me daba mucha confianza quedarme dormida en el aeropuerto dejando mis maletas descuidadas) la espera eterna continuaba.

Cuando por fin llegó el momento de formarse en el mostrador para hacer el check-in fue que, después de una larga fila a pesar de la hora, me avisaron que no podría subirme en ese vuelo que tanto había esperado.

Al principio me habían dicho que mi boleto había sido cancelado, e incluso me dieron a entender que no era un boleto válido y de cierta forma sugiriendo que no era auténtico, y por más que traté de explicar que si era un boleto válido y que no tendría que haber problema, me mandaron a un módulo de Atención a Clientes donde básicamente me dijeron que a ese avión yo no me iba a subir y mi única opción era comprar uno en ese momento por 800 euros como mínimo.

Me gustaría decirles que maneje la situación con calma y gracia, pero ¿para qué mentir? Estaba hecha un mar de lágrimas, asustada y ansiosa pensando en qué haría ahora.

Después de muchas llamadas, mensajes, planes y estrategias de ambos lados del Atlántico, decidimos que lo más sensato sería ir a casa de una tía lejana que vivía en Londres y de allí trataríamos de resolver la situación.

Por suerte, mi tía es una persona mañanera así que no la desperté cuando la llamé para preguntarle si podría darme asilo. Ya de ahí pudimos ver las cosas con calma, y 3 días después estaba de nuevo en la terminal 4 lista para regresar a México.

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British Museum
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Hyde Park

A pesar de todos los tropiezos, desfortunios y situaciones quedé totalmente enamorada de Londres. Y en esos días extras, tuve la oportunidad de conocer más lugares de la ciudad que me habían faltado en mi tiempo con Ryan.

¿Alguna vez les han negado la entrada a un avión?

-Agatha

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