Al leer el título de este post probablemente pensaron ¿y por qué querría tomar un tren de más de una hora lejos de Manhattan cuando en la isla hay tanto que hacer?
Y la respuesta (una de tantas) podría ser porque simplemente Coney Island tiene una magia especial. Desde el encanto vintage de sus juegos en uno de los parques más tradicionales en donde podrán encontrar la rueda de la fortuna más alta del mundo, al famoso Zoltar repartiendo fortunas, e incluso una casa embrujada más terrorífica de lo que aparenta.
Por otro lado, podrían visitar Luna Park con sus modernos y (aterradores) atrevidos juegos mecánicos. Y aunque no negaré que las atracciones pueden llegar a ser bastante caras, ocho dólares por juego si es que no compran un pase, definitivamente vale la pena darse el lujo con una y dos.
Si son fanáticos de la adrenalina, no debo hablarles del clásico Cyclone o de la montaña rusa con la caída más vertical en otro de sus parques; pero si en cambio son menos temerarios como yo y también aprecian la comida clásica de las ferias, Coney Island no decepciona.
Desde los hot dogs en Nathan’s, pizza, helados de todos los sabores y barras de chocolate fritas; Coney Island es el paraíso para todos los amantes de la chatarra (como yo).
Por último, si los juegos y la comida no son lo suyo… siempre pueden disfrutar de la playa, una caminata por el muelle o el acuario con sus bellos murales.
Definitivamente, podría concluir que Coney Island fue una de mis partes favoritas del viaje.
¿Alguna vez han ido?
-Agatha