El día de hoy el post es algo diferente, con un poco de romanticismo y nostalgia mezclados.
Y es que, con el clima de otoño a nuestro alrededor, mi mente viaja hacia esa pequeña ciudad al norte de Italia rodeada por los Alpes y las Dolomitas.
Uno creería que al crecer la mayor parte de mi vida en la Ciudad/Estado de México rodeada por el valle que caracteriza a la geografía mexicana, con el Popocatépetl y el Iztla asomándose de repente; pero cuando hace dos años pasé unos meses en Merano y algunas ciudades cercanas que las montañas se robaron mi corazón.
Y desde ese momento quedé hipnotizada, especialmente cuando están cubiertas de nieve y el aire helado hace que ajustes tu abrigo aún más.
Mis fines de semana eran dedicados a caminar por los diferentes senderos y caminos que nos llevarían a la cima de cada una de ellas. Si ustedes me hubieran conocido antes, habrían visto a una persona que le rehuía a la naturaleza y a cualquier actividad al aire libre sin saber muy bien por qué.
Pero ahora, en mi vida post-Merano, busco cualquier oportunidad para estar cerca de la naturaleza, y si es posible, cerca de las montañas que tanto me enamoran.
-Agatha