




Cuando comenzamos a planear nuestro primer Gran Tour por el Reino Unido, el primer lugar que sugerí fue Brighton. Y a pesar de las preguntas y muecas de mi novio y cualquier otra persona inglesa a la que le contábamos de nuestros planes de visitar Brighton, debo decir que mis expectativas del lugar se vieron superadas por mucho.
Hasta ahora, nunca he ido ni a San Francisco ni al muelle de Santa Mónica en California, pero para mí Brighton es un poco como me imagino esos dos lugares. Con un encanto vintage a lo largo de toda la ciudad; desde la arquitectura, las calles, el muelle y las tiendas independientes donde puedes encontrar de todo, no temo decir que Brighton es un lugar con mucha onda. O si quiero verme más internacional, cool.
Lo que no esperaba era el frío que hacía, ya que desconocía que mientras más cerca estés del agua más frío va a hacer en el lugar, y ya que Brighton es una playa pueden imaginarse el frío que tuve.
Algunos imperdibles de este encantador lugar son caminar por el muelle y comer unas donas recién hechas (o una malteada en caso de que vayan en verano), entrar a las tiendas de Brighton Lanes (sobre todo Snooper’s Paradise), el Pabellón real con su arquitectura sacada de un cuento y pasear junto al océano caminando en su playa de piedritas (la primera vez que veo algo parecido).
Me da gusto reportarles que nada desafortunado pasó en nuestro tiempo en Brighton, a excepción de un AirBnB con limpieza cuestionable, una dificultad para encontrar estacionamiento barato y ampollas en los pies después de tanto caminar.
Volvería a Brighton sin pensarlo dos veces, aunque no sé si me gustaría regresar en verano ya que me imagino que no soy la única que adora esta peculiar ciudad.
-Agatha
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