




Como les conté en Instagram; después de un rato desaparecida debido al trabajo, visitas inesperadas, trámites burocráticos y planeación de viajes futuros por fin estoy de vuelta por acá y he decidido empezar a contarles mi viaje al Perú.
Un lugar con el que soñaba visitar desde hace varios años y hace poco tuve la oportunidad de hacerlo. Claramente, uno de mis motivos principales era para visitar Machu Picchu, pero acabé enamorándome del país entero.
Afortunadamente, hay un vuelo directo desde la Ciudad de México hasta Lima que dura tan sólo 5 horas, y de ahí pueden irse directo a Cusco/Cuzco (nadie se ha puesto de acuerdo en cómo se escribe) o pasar un día en la capital peruana. Mis amigas y yo decidimos tomar la segunda opción ya que queríamos descansar del vuelo y conocer una ciudad nueva.
Si ustedes también quieren conocer un poco de Lima, hay varias cosas y lugares que pueden visitar, y sobre todo comida deliciosa que probar.
Una de las mejores experiencias de todo el viaje fue ir a cenar a Astrid y Gastón, uno de los 50 mejores restaurantes EN EL MUNDO, con una variedad gastronómica impresionante, sabores increíbles y platillos que no dejan de llegar a la mesa para seguirte sorprendiendo. Puedo decir con seguridad que es la mejor comida que he tenido en mis 25 años de vida, incluso conocimos a Astrid quien se acercó a nuestra mesa a platicar unos minutos y a aceptar nuestros interminables cumplidos por el postre.
Aunque sí tengo que admitir que a mi cartera no le pareció tan agradable la comida, ya que cada quien acabamos pagando casi $250 dólares…
Otro de los imperdibles de Lima es, por supuesto, el parque del amor. Decorado con mosaicos coloridos y espejos (al mero estilo del Parc Güell, me imagino) y con hermosos poemas rodeando el parque es un lugar precioso para ir a tomar fotos o sentarse con el enamorado.
Dentro de la zona de Miraflores, si las compras son lo suyo pueden visitar Larcomar; un pequeño centro comercial con vistas imperdibles del océano y los barrancos, además de contar con varias tiendas internacionales también tienen bastantes lugares para sentarse a comer mientras admiras las olas.
Y, debido a la falta de tiempo porque nuestro avión salía al día siguiente temprano, nos faltó conocer el centro histórico de la ciudad, otros de sus emblemáticos parques y bajar a la playa para sentir el agua helada en los pies.
Ese día por la emoción de finalmente ir a Cusco no me dolió tanto dejar Lima, pero me conozco y sé que tengo que volver varias veces no sólo a este país que se robó mi corazón, también a la ciudad que se quedó con un pedacito.
-Agatha