Después de nuestra expedición a Machu Picchu, al día siguiente nos esperaba una nueva aventura: La Laguna de Humantay.

Aventura que empezó con nosotras levantándonos a las 4 AM para esperar a que nos recogieran, afortunadamente pudimos dormir unas cuantas horas más en el camino hacia la laguna.

Una vez que llegamos al lugar donde empezaríamos,  nuestro guía comes con  darnos las indicaciones sobre el camino para llegar a la laguna, el cual en un momento llegó a tener una inclinación de 60º; repartirnos palos de escoba para apoyarnos en la subida y recomendarnos no esforzarnos de más porque sería un largo tramo.

A pesar de la buena condición que yo creí que tenía, acabe siendo de las últimas en el grupo en llegar a la cima junto con una de mis amigas y las anécdotas de nuestro joven guía (que espere algún día logre su sueño de ser el primer peruano en escalar el Everest); pero una vez que llegamos por fin, la laguna me robo el aliento.

No puedo decir con certeza cuántos colores se pueden apreciar en el agua, pero sí puedo asegurar que la caminata de subida valió toda la pena. El contraste de la laguna con la cordillera andina nevada.

Ya que todo el grupo estuvo reunido, junto con el guía realizamos una ceremonia inca de agradecimiento a las montañas (un poco hippie para mí, pero me gustó bastante) que incluyó tomar 3 hojas de coca, escoger una piedra, hacer un deseo y entre todos construir una torre con las piedras y esperar que no se derrumbara.

Cuando comenzamos el camino de regreso a la camioneta y al lugar donde nos darían el almuerzo gratis incluido en el tour, el trayecto se hizo definitivamente más fácil aunque nadie quisiera dejar la laguna de Humantay atrás, de nuevo escondida entre las montañas.

-Agatha